Transformación a través de la Danza Árabe

Mirar hacia atrás y ver todo lo que he pasado y lo que he hecho es inspirador, me siento afortunada y muy agradecida por todo lo que he vivido en este proceso de aprender, enseñar y bailar danza árabe.

Vivía mi vida tal como “se supone” se debe llevar, cumpliendo con esa “Check List” con la que crecimos creyendo que era el deber ser de las cosas, cumpliendo los pasos que toda mujer debe seguir: graduarte del colegio, estudiar una carrera (ojalá productiva) y graduarte como profesional, conseguir un trabajo estable en una empresa importante, hacer un posgrado, casarte con un buen hombre, tener hijos, educarlos y acompañarlos hasta que sean profesionales, pensionarte (bien pensionada) y vivir tus años dorados en paz…

Un plan muy claro, concreto y muy lindo para muchas personas, pero de alguna manera, algo en este plan no funcionaba para mí…  Muy joven, ya había cumplido una buena parte del plan, iba por “buen camino”, sin embargo, algo en mi alma quería cosas muy diferentes, una parte de mí, creo que a la parte a la que le gusta bailar, quería algo menos estructurado, menos planeado, algo más espontáneo, libre…

En un momento de mi vida, después de ser despedida de mi empleo en una empresa importante y de fracasar mi matrimonio, con mi hija muy chiquita, decidí darle la vuelta a la vida y hacer las cosas de una manera diferente, ¿por qué no? ¿Qué tenía que perder?

Volví a incluir la danza en mi vida, recordando lo feliz que siempre me había hecho, y reconociendo que nunca debí dejarla de lado, volví a sacar tiempo para hacer lo que amo: bailar a pesar de todas las obligaciones y actividades que me exigía la vida en ese momento. Al retomar la danza, mi alma de alguna manera encuentra la danza árabe y la trae a mi vida.

Mi primera clase de Danza Árabe fue absolutamente MÁGICA, me enamoré de inmediato, ese mismo día supe que había conocido al amor de mi vida, encontré una danza que me hacía feliz de muchas maneras y en muchos niveles. Esta danza me estaba reconectando con mi magia, sensualidad y belleza. Empecé a ver mi vida, mi cuerpo, mi entorno, mis relaciones y mi trabajo de una manera tan distinta que empecé a descubrir el valor de hacer lo que amas y amar lo que haces, y cada día veía más claro que esto era lo que quería hacer siempre: no sólo bailar, conectar y aprender, sino también enseñar y acompañar a más mujeres a encontrar este camino sanador, transformador y revelador que nos regala esta danza.  La danza árabe no sólo es MUY linda, sensual y llamativa, es también, mágica, sanadora, transformadora, poderosa… Con el tiempo, sentí que me había cambiado tanto la vida que pensé “¿cómo no compartirlo, llevarlo a más mujeres?” Quise empezar a enseñar a muchas mujeres y acompañarlas en este reencuentro con su feminidad, con sentirse sensuales, poderosas, mágicas, bondadosas, fuertes, equilibradas, capaces de fluir, crecer y avanzar con amor y admiración por sí mismas todo el tiempo. Ha sido un camino maravilloso, no todo ha sido fácil, me he tenido que reinventar muchas veces, pero sí ha sido un camino maravilloso. En este camino he tenido la fortuna de ver como esta danza cambia la vida de las personas, con las mujeres se conectan con ellas mismas, con su feminidad de una manera diferente, y desde allí con sus parejas, familias, trabajos, y este ha sido siempre el combustible que me ha servido para sobrepasar los retos, avanzar y seguir en este camino, en este hermoso sueño de cambiar el mundo una danza a la vez.

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